Si bien es cierto que cuando dos partículas cuánticas están entrelazadas, se vinculan de tal forma que la medición de una de ellas afecta instantáneamente al estado de la otra, esto no permite una comunicación más rápida que la luz.
La razón es que la medición de la partícula entrelazada es fundamentalmente aleatoria e impredecible, y cualquier intento de transmitir información por este método requeriría un canal de comunicación clásico, que estaría limitado por la velocidad de la luz.
Para ilustrar este punto, supongamos que dos partículas están entrelazadas de forma que sus espines son siempre opuestos. Si medimos el espín de una partícula y descubrimos que está “arriba”, sabremos que el espín de la otra partícula está “abajo”. Sin embargo, no podemos controlar el espín que medimos, por lo que no podemos utilizarlo para transmitir información a una velocidad superior a la de la luz.
En resumen, aunque el entrelazamiento cuántico implica una correlación instantánea entre partículas, no permite una comunicación más rápida que la luz.