En teoría, las apps de citas deberían facilitar el amor. Abres el móvil, deslizas un par de veces y… ¡Boom! Ya tienes posibles parejas filtradas por algoritmos y según tus preferencias. Con tanta comodidad, lo lógico sería pensar que la gente encaja a diestro y siniestro, ¿no? En cambio, pasa algo curioso: cuanto más opciones tenemos, más cuesta decidirse. Bienvenido a la paradoja de la elección.
Cuando demasiados peces en el mar se convierte en un problema
Las apps de citas han revolucionado la forma en la que nos relacionamos, pero con esa revolución ha traído consigo una avalancha de opciones. Ya no estás limitado al ligue del bar de la esquina o al amigo de un amigo; puedes conocer a alguien de la ciudad de al lado o del país de enfrente. Las aplicaciones basadas en deslizar el dedo —como Tinder, Bumble o Hinge— ofrecen un sinfín de perfiles seleccionados, y ligar empieza a parecer más una sesión de compras que una conexión química real.
Y aquí viene lo raro: más opciones no siempre significa mejores resultados. Según el psicólogo Barry Schwartz, demasiadas alternativas pueden provocar parálisis a la hora de decidir, ansiedad e insatisfacción. Deslizas, haces match, hablas un poco y al rato te preguntas… “¿Podría encontrar algo mejor?” Ese pensamiento, repetido cientos de veces, puede llevar al ghosting en serie, primeras citas sin fin y miedo a sentar la cabeza, aunque la otra persona sea objetivamente estupenda.
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Funcionalidades premium: ¿las culpables del comportamiento exigente?
Las apps de citas no solo nos ofrecen más opciones, también las monetizan. Cuando te pasas a funciones como Tinder Premium te garantizan likes ilimitados, más visibilidad, la posibilidad de deslizar en modo Passport y ver quién te ha dado “me gusta”. Suena como un atajo perfecto hacia el amor, ¿no?
No tanto. Esas funcionalidades pueden ponértelo más difícil si eres indeciso. Con Tinder Premium —que básicamente convierte tu experiencia de citas en un bufé libre de swipes— es fácil caer en un bucle en el que nunca eliges a nadie… Si el candidato/a no cumple todos tus requisitos, siempre puedes deslizar en busca de una alternativa “mejor”. Y como sabes que hay más gente dándote likes en segundo plano, dudas en comprometerte.
Es una cultura de citas moldeada no por la conexión genuina y auténtica, sino por el FOMO: ese miedo a perder a alguien ligeramente “mejor”.
El desgaste de tanto deslizar
¿Alguna vez has sentido cansancio emocional después de usar una app de citas? Es la fatiga por swipear. Al recibir un aluvión de perfiles y mensajes, la experiencia deja de ser encontrar a alguien interesante y empieza a parecer una tarea tediosa. Juzgas a la gente en milisegundos por fotos y bios cortas, y las posibles conexiones se vuelven contenido desechable.
Esta cultura de deslizar sin parar puede distorsionar tu criterio de compatibilidad. Es posible que empieces a dar prioridad a aspectos como la estética o las biografías ingeniosas por encima de los valores o la inteligencia emocional. Y, paradójicamente, cuanto más tiempo pasas buscando el “match perfecto”, más solo te sientes.
¿Cuál es la solución?
Una sugerencia: pon límites al uso de las apps de citas. Reduce el número de swipes diarios. Prioriza conversaciones reales en lugar de coleccionar matches. Sal a citas de verdad en vez de chatear sin fin. Y, tal vez, incluso prueba a dejar de deslizar por un tiempo.
En lugar de optimizar tu vida amorosa como si fuera un algoritmo de Netflix, acepta el caos y la imprevisibilidad de la química del mundo real. A veces el amor no surge de un swipe, sino de una chispa.
En conclusión…
Las apps de citas han abierto oportunidades increíbles para conectar con otras personas, pero también han convertido la búsqueda del amor en un juego de números. La abundancia de opciones, amplificada por herramientas como Tinder Premium, puede llevarnos a pensar demasiado, a deslizar de más y a no comprometernos.
Si te sientes atrapado en el bucle de “nunca soy lo suficientemente bueno”, tal vez sea el momento de dar un paso atrás y replantearte cómo utilizas estas plataformas.
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