Durante los últimos años, ha habido bastantes cambios en el mundo de los monitores gaming: paneles cada vez más rápidos, mayores frecuencias de refresco, resoluciones cada vez mayores, tecnologías de sincronización vertical variable… Hoy vamos a centrarnos en esta última y, en concreto, vamos a ver los sistemas Nvidia G-Sync y AMD FreeSync para comparar sus ventajas e inconvenientes.
Evolución de la sincronización vertical
Como ya sabrás, el movimiento que se ve en la pantalla, ya sea una película, un programa de televisión o un juego de PC, es solo una ilusión. Lo que vemos son imágenes estáticas que pasan ante nuestros ojos 30 (o más) veces por segundo. Nuestro cerebro las junta y “ve” movimiento.
Para hacernos usa idea del problema que nos puede surgir en el mundo de los video juegos, vamos a ver por encima cómo trabaja una tarjeta gráfica. Una GPU cuenta con dos buffers (o almacenes) principales en la memoria de vídeo. El búfer secundario es donde la GPU renderiza el fotograma actual mientras que el búfer primario retiene un fotograma completo que se transporta a la pantalla. Cuando la GPU completa un cuadro en el búfer secundario, la imagen del búfer secundario se envía al primario y, a su vez, el búfer secundario empieza a almacenar otra nueva imagen.
Mientras tanto, la pantalla recibe una imagen, la muestra y la borra en un proceso que se llama blanqueo vertical. Si este proceso no está sincronizado con los intercambios de buffer de la GPU, la imagen que se muestra en la pantalla puede tener una parte de dos buffers primarios consecutivos y diferentes (parte del búfer anterior y parte del búfer actual).
Debido a la forma en que las pantallas dibujan las imágenes, la separación entre estas dos imágenes se puede apreciar como un desgarro visual (tearing) o línea de rotura horizontal. Si no hay movimiento, el efecto será prácticamente imperceptible, pero si hay mucho movimiento podrás apreciar algo como la siguiente imagen.
La sincronización Vertical, o V-Sync, intenta solucionar este problema limitando la velocidad de salida de las imágenes de la GPU. La idea es limitar la salida de la GPU a la velocidad de actualización de la pantalla y eliminar el desgarro visual, pero esto introduce problemas adicionales que pueden ser igual de molestos: Stuttering y retraso en la entrada.
La mayoría de los juegos puede funcionar con o sin sincronización vertical. Si la activamos y la pantalla es de 60 Hz, solo podremos mostrar 60 imágenes por segundo, por tanto, este ajuste limita la salida de la GPU a 60 fotogramas por segundo. El stuttering o tartamudez aparece cuando la GPU no puede mantener esa velocidad de cuadro (da menos de 60 fps) y la pantalla debe reutilizar un mismo fotograma dos veces hasta que la GPU envíe una nueva imagen. Esto produce saltos en la imagen y da la sensación de tirones por lo que la experiencia de usuario es muy mala.
Además de eso, la V-Sync tiene otro problema, como la GPU tiene que retener cuadros para esperar al monitor, se produce un retraso mayor entre la entrada (teclado y ratón) y las acciones renderizadas en la pantalla.
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Nvidia G-Sync Vs. AMD FreeSync
Para solucionar estos problemas, Nvidia lanzó al mercado en el 2013 la tecnología G-Sync que consigue sincronizar la actualización del monitor con la velocidad a la que la gráfica nuestro PC genera cada fotograma, incluso si esa velocidad cambia.
Al poco tiempo, AMD lanzó un sistema parecido llamado FreeSync que funciona de manera parecida a G-Sync, pero que resulta más barato de integrar por los fabricantes de monitores.
Características de G-Sync
G-Sync garantiza que nunca verás tearing incluso a las tasas de refresco más bajas. Por debajo de 30 Hz, los monitores de G-Sync duplican los renders de fotogramas (y por lo tanto duplican la frecuencia de actualización) para mantenerlos funcionando en el rango de actualización adaptable.
G-Sync también tiene otras características avanzadas como ULMB que permite reducir la borrosidad de la imagen debido al efecto estroboscopio a contraluz. Algunos monitores FreeSync también algo parecido con nombres diferentes. Lo bueno es que todos los monitores G-Sync y G-Sync Ultimate la tienen.
La solución de Nvidia requiere de un componente de hardware propietario que los monitores tienen que integrar en su interior, por eso los monitores G-Sync son más caros.
Cuando G-Sync se lanzó, los monitores con G-Sync costaban casi 200 euros más que sus homólogos sin esa característica. A día de hoy, esa diferencia ha bajado bastante y se sitúa en torno a los 100 euros aproximadamente. Además, actualmente en el mercado tenemos diferentes certificaciones para monitores en diferentes rangos de precios:
- G-Sync Compatibility: es el grado más bajo y solo cuenta con la sincronización vertical adaptativa por encima de 60 fps. Muchos monitores con G-Sync Compatibility también pueden ejecutar FreeSync.
- G-Sync: cuenta con sincronización vertical adaptativa a cualquier tasa de cuadros por segundo, bajo desenfoque de movimiento, HDR y mejor soporte de color.
- G-Sync Ultimate: cuenta con sincronización vertical adaptativa a cualquier tasa de cuadros por segundo, bajo desenfoque de movimiento, HDR, mejor soporte, brillo máximo por encima de 600 nits (antes eran 1000 nits, pero lo redujeron en enero de 2021) y tasas de refresco de 144 Hz o más.
Cómo se activa G-Sync
Para utilizar G-Sync, necesitas una pantalla con certificación G-Sync y una tarjeta gráfica Nvidia, siendo el modelo mínimo compatible la GTX 650 Ti para los monitores compatibles con G-Sync, y una GTX 1050 para G-Sync Ultimate.
También necesitas un cable DisplayPort moderno: DP 1.2 para los monitores compatibles con G-Sync, y DP 1.4 para los monitores G-Sync Ultimate.
Por último, para activarlo solo tenemos que instalar los últimos drivers, ir al Panel de Control de Nvidia y pinchar en Pantalla. Allí debería ver la opción de “Configurar G-SYNC”. Marca la casilla para activar la configuración y ya está.
Características de FreeSync
FreeSync tiene la principal ventaja de tener una implementación más barata porque utiliza un estándar de código abierto creado por VESA, Adaptive-Sync, que también forma parte de la especificación DisplayPort de VESA. Cualquier interfaz DisplayPort versión 1.2a o superior puede soportar tasas de actualización adaptables. Aunque un fabricante puede optar por no implementarlo, el hardware ya está ahí, por lo que no hay ningún coste de producción adicional para que el fabricante implemente FreeSync. FreeSync también puede funcionar con HDMI 1.4.
- FreeSync: es el grado más bajo y solo cuenta con la sincronización vertical adaptativa y puede soportar HDR. Muchos monitores FreeSync también pueden ejecutar G-Sync.
- FreeSync Premium: sincronización vertical adaptativa, puede soportar HDR, compensación con tasas de cuadro bajas (LFC), tasas de refresco de 120 Hz o más.
- FreeSync Premium Pro: sincronización vertical adaptativa, compensación con tasas de cuadro bajas (LFC), tasas de refresco de 120 Hz o más, HDR, mejor soporte de color y, aunque no está especificado, los monitores FreeSync Premium Pro suelen tener más de 600 nits de brillo máximo.
Debido a su naturaleza abierta, la implementación de FreeSync varía mucho entre los monitores… Muchos monitores económicos no ofrecen reducción de borrosidad, y el límite inferior del rango de Adaptive-Sync podría ser de solo 48 Hz. Sin embargo, hay pantallas FreeSync (así como G-Sync) que funcionan a 30 Hz o incluso menos.
Cómo se activa FreeSync
Para utilizar FreeSync necesitas una pantalla compatible con FreeSync y una de las siguientes opciones: una tarjeta gráfica o APU de AMD de 2012 o más reciente, una tarjeta gráfica Nvidia GeForce GTX de la serie 10 o superior (debes utilizar un cable DisplayPort), una Xbox One S o X, o una Xbox Series X o S. Para las pantallas con certificación FreeSync, asegúrate de que FreeSync está activado a través de la visualización en pantalla del monitor.
En el caso de las tarjetas gráficas AMD Radeon o las APU de AMD, puedes activar FreeSync a través del software AMD Radeon, en la pestaña Pantalla del menú de configuración. Algunos recomiendan bloquear los FPS máximos para una experiencia más fluida. Si sigues esta recomendación, puedes usar Radeon Chill, para limitar tus FPS máximos a unos tres o cinco FPS por debajo de la tasa de refresco máxima de tu monitor.
En el caso de las tarjetas gráficas Nvidia, necesitas los últimos drivers Nvidia Game Ready, aunque la compatibilidad con estas pantallas comenzó con la versión 417.71 de los controladores. Una vez instalados los últimos controladores, activa FreeSync a través de la visualización en pantalla del monitor. A continuación, en el panel de control de Nvidia, puedes activar las frecuencias de actualización variables a través de la opción de menú “Configurar G-SYNC”.
Conclusiones
Sobre el papel, la tecnología G-Sync de Nvidia puede entregar mejores resultados, sin embargo, el rendimiento de FreeSync es tan parejo que la diferencia de precio no suele compensar.
Además, los monitores de gama alta con FreeSync cuentan con tecnologías propias (no incluidas en FreeSync) que mejoran la calidad de imagen y los hace tan capaces como los mejores monitores G-Sync.
Sin embargo, como la certificación de G-Sync es más exigente, es más fácil elegir bueno monitores G-Sync que FreeSync. Me explico. Si elegimos un monitor G-Sync va a ser bueno prácticamente siempre. Si elegimos un monitor FreeSync, tenemos que mirar otras características técnicas que compensen las carencias de la especificación FreeSync como el bajo desenfoque de movimiento o la compensación con tasas de cuadro bajas.
En definitiva, la mejor opción para la gran mayoría de gente es irse a por un buen monitor con FreeSync. La relación calidad-precio suele ser mucho más ventajosa. Además, funcionan tanto con tarjetas AMD como Nvidia. Si no te importa el dinero, quieres lo mejor de lo mejor y tienes una tarjeta Nvidia, puedes irte a por un monitor G-Sync sabiendo que normalmente estarás pagando un sobreprecio de unos 100 euros por él.