La vigilancia sísmica es algo habitual y los científicos de todo el mundo monitorizan los equipos que registran los seismos a nivel global. Los seísmos, cuya magnitud oscila entre 0,1 y más de 2,5, se producen varias veces al día, por lo que la mayoría de estos pequeños temblores no suelen atraer la atención. Sin embargo, un seísmo concreto ha llamado la atención de los sismólogos por su sorprendente epicentro, situado en un concierto de Taylor Swift en Seattle.
El seísmo de magnitud 2,3, analizado por la Dra. Jackie Caplan-Auerbach, de la Universidad de Washington Occidental, no se debió a ninguna actividad tectónica bajo las calles de Seattle. En su lugar, la actividad sísmica registrada fue el resultado de los enérgicos fans de la gira Eras de Swift en el Lumen Field de Seattle.
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La actividad sísmica en cuestión, registrada los días 22 y 23 de julio, se atribuye a los enérgicos bailes, pisotones y saltos de los fans de Swift, también conocidos como Swifties. En su punto álgido, el evento rivalizó con el Beast Quake de la ciudad en 2011, que se produjo cuando los aficionados de los Seahawks celebraban la carrera de touchdown de 67 yardas de Marshawn Lynch contra los New Orleans Saints.
Caplan-Auerbach se vio obligada a profundizar en los datos tras verlos aparecer en un grupo de Facebook relacionado con terremotos que ella modera. Según su análisis, los patrones coinciden con canciones concretas que sonaron durante la actuación de Swift cada noche del concierto. Y aunque los Swifties sólo superaron a Lynch por una magnitud de 0,3, el temblor medido superó con creces los datos del Beast Quake de 2011. Según Caplan-Auerbach, “el temblor fue el doble de fuerte que el de ‘Beast Quake’. La duplicó absolutamente”, registrando una aceleración máxima del suelo de aproximadamente 0,011 metros por segundo al cuadrado.
Según Mouse Reusch, sismólogo del PSNS, el concierto fue uno de los más multitudinarios que se han visto en la región en mucho tiempo, con más de 70.000 asistentes. En comparación, el partido de los Wildcard Playoffs de 2010 entre los Seahawks y los Saints en el Lumen Field registró 66.336 asistentes.
La diferencia, según Caplan-Auerbach, es atribuible al tipo de actividad y eventos que propiciaron las lecturas de 2011 y las recientes de julio. “Los vítores tras un touchdown duran un par de segundos, pero acaban apagándose. Es mucho más aleatorio que un concierto”. En cambio, Caplan-Auerbach recopiló más de 10 horas de datos del lugar del concierto, donde el ritmo, y no la aleatoriedad, controlaba el comportamiento. “La música, los altavoces, el ritmo. Toda esa energía puede clavarse en el suelo y sacudirlo”.