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Juguetes, miniaturas y hasta prótesis ortopédicas. La impresión 3D ha dado un salto cualitativo en muy pocos años, siendo un sector que está creciendo a pasos agigantados. ¿Pero cómo ganar dinero con impresoras 3D?
Desde particulares hasta empresas especializadas se plantean adquirir su propia impresora 3D para tener una forma más de ganar ingresos. Ahora bien, no es fácil, ya que requiere de ciertos conocimientos y no siempre hay tanta demanda como podría parecer.
¿Qué es la impresión 3D?
Para aquellos que se han quedado en el pleistoceno, la impresión 3D es la fabricación de objetos reales imprimiéndolos desde un diseño digital. Así como le das a imprimir a un archivo de texto, lo mismo puedes hacer con un archivo con un diseño en 3D, los .stl.
El proceso de creación de estos objetos es muy sencillo: se va añadiendo capa sobre capa de material en secciones transversales hasta que al final se consigue replicar el diseño digital. Dependiendo del material que se utilice y de la calidad que se desee, el proceso puede tardar unos minutos o unas cuantas horas.
Pero lo que parece que es algo inventado apenas hace unos años, tiene muchos más de los que parece: la primera impresora 3D nace en el año 1983 de la inventiva de Charles Hull, siendo capaz de crear pequeños objetos mediante el uso de líquidos. En ese momento se le conoció como estereolitografía, un método que permitía crear elementos sólidos añadiendo capas una encima de otra.
Este método fue muy innovador, pero los aparatos capaces de realizarlo eran muy caros, por lo que nunca llegó a popularizarse para el mercado doméstico. En cambio, su uso industrial fue menos restringido, utilizándose para crear prototipos rápidos y creación de piezas experimentales con un coste reducido.
No fue hasta 2005 cuando se recuperó la idea de conseguir una impresión 3D para todos. Se logró reducir el tamaño de las impresoras con esta función, reduciendo sus precios y logrando hacerse más accesibles para cualquiera, aunque seguían sin ser baratas.
A medida que se popularizó, la tecnología avanzó más rápidamente hasta la actualidad, donde se pueden conseguir impresoras 3D con un precio mucho más asequible. También ofrecen resultados de mayor calidad, por lo que los usos y aplicaciones son útiles en cualquier ámbito de la vida.
¿Para qué sirve la impresión 3D?
El uso de impresoras 3D se ha extendido en un montón de sectores profesionales, ya sea para crear complementos, piezas de recambio y prototipos de cualquier tipo. Para que te hagas una idea, puedes encontrar impresiones 3D tales como:
- Fundas para teléfonos móviles, con diseños personalizados y muy resistentes.
- Prótesis sanitarias, desde elementos relacionados con la salud dental hasta en la ortopedia, mejorando la calidad de vida de muchísimas personas.
- Repuestos para la reparación de máquinas, ya que se pueden reproducir las piezas sustitutas en unas horas sin tener que esperar que el recambio llegue a tiempo.
- Reproducción de modelos en 3D de edificios, ideal para los arquitectos que quieran mostrar un ejemplo de su talento a los clientes finales.
- Muchos vehículos ya cuentan con piezas creadas con impresión 3D, reduciendo el coste de producción y acelerando el proceso de fabricación.
- Permite reproducir obras clásicas y deterioradas para que los restauradores puedan saber qué arreglos necesitan, practicando sin miedo a estropear la original.
- Obsequios, recuerdos y detalles personalizados. Hay un potencial enorme para conseguir regalos únicos para las personas más exigentes.
¿Qué se necesita para imprimir en 3D?
Pero para conseguir todo lo anterior y mucho más es necesario reunir una serie de requisitos. La impresión 3D es un proceso bastante técnico y que muchas veces requiere de conocimientos específicos. Nada que no se pueda aprender, pero sí que necesitará de horas de prueba y error hasta que te familiarices con el proceso.
Primero de todo se necesita una impresora 3D. Existen varios tipos de impresora 3D, en función del estilo de impresión y el material que utilizan. Las más conocidas y utilizadas son las impresoras de filamento FDM. Funciona a través de la extrusión de material, es decir, que se calienta el material para derretirlo y crear capa sobre capa con él.
En la actualidad es la más asequible, pero también una de las que aporta peor calidad (en comparación a las otras). Por ejemplo, las impresoras 3D Resina SLA son capaces de imprimir en micras, ofreciendo unos detalles excepcionales. Y a nivel industrial, las impresoras 3D SLM de impresión de metal son las más utilizadas.
Algunas impresoras son compatibles con diversos materiales, mientras otras no lo son. Cada material ofrece una durabilidad y plasticidad diferente. En función de lo que quieras imprimir, te interesará adquirir un tipo de impresora u otra. Lo recomendable es comenzar con una básica para familiarizarse con todo el proceso y que no sea una inversión demasiado elevada.
Hay que tener en cuenta que el proceso de impresión 3D funde material, liberando gases y olores. Procura instalar la impresora en una habitación bien ventilada, porque sino vas a dejar la casa, el local o el negocio oliendo a plástico quemado unos cuantos días.
También es importante fijarse en el diseño que se quiere imprimir en 3D. No es tan fácil como crearlo en el programa de diseño y ya está, sino que muchos productos necesitan crear soportes para que la impresión sea correcta.
Esto significa instalar “columnas” de material que ayuden a que el propio peso de la impresión estropee todo el trabajo. Una vez impreso, es tan fácil como cortar con tenazas y limar la superficie para que no quede ni rastro de estos elementos de apoyo.
Muchas veces estos soportes ya vienen incluidos en el diseño, si ya ha estado pensado para imprimirse en 3D. Pero si no es el caso, aprender a colocarlos correctamente es fundamental, en especial si te vas a dedicar a hacer detalles personalizados.
¿Cómo se puede convertir la impresión en 3D en un negocio rentable?
Pero desde la impresión por afición a cómo ganar dinero con una impresora 3D hay un trecho. Primero de todo, la inversión que se tiene que realizar para obtener una impresora adecuada, en función de lo que quieras imprimir. Luego hay que tener en cuenta costes de material, consumo de luz y otras variables que puedan surgir.
No te faltarán oportunidades en el mercado para rentabilizarla, eso está claro. En el mundo del miniaturismo se utilizan bastantes, como es el caso de los wargames, consiguiendo la reproducción de piezas para miniaturas e incluso alternativas completas para añadir a la colección.
Muchos negocios de informática y tiendas que saben que tienen un nicho de potenciales clientes de impresión 3D son los principales interesados en añadir, al menos, una impresora 3D. Tampoco es una mala opción crear un negocio específico de impresión 3D, con diferentes tipos de máquinas, aunque ya es una inversión más profesional y que requiere de una mayor dedicación.
En definitiva, la impresión 3D es una oportunidad de conseguir unos ingresos extra, pero siempre invirtiendo un mínimo en ella. Es una buena opción para negocios asentados que quieran tener una fuente de ingresos más e incluso para particulares que les guste trastear con el 3D y crear sus propios diseños. Luego ya es saber moverse, publicitarse y ver si vale la pena adquirir más máquinas para hacer crecer el negocio.